¿Por qué nosotros no? Acción Ciudadana por la Salud y el cambio de la Ley Española de Tabaco

PREFIERO VIVIR QUE MORIR DE RODILLAS

18/03/2010 URKO SÁENZ DE BURUAGA

Todas las señales indican que la reforma de la Ley del tabaco animará a la gente a ir más a los bares. Se podría pensar, entonces, que declarar un bar libre de humo antes de que se apruebe la reforma sería beneficioso para su propietario, pero el miedo a perder la clientela habitual puede más que la paciencia para esperar a que lleguen los nuevos clientes.

Hace unos días explicábamos en este mismo blog los intereses económicos que hay detrás de toda esa oposición a la reforma de la Ley del Tabaco. Pero, ¿qué ocurre cuando ese colectivo al que se pretende proteger no son más que rehenes silenciados? ¿Qué ocurre cuando la avaricia económica no sólo secuestra los derechos laborales de los trabajadores, sino que también hipoteca la libertad de decisión de los propios propietarios de los bares?

Los lectores asiduos de los comentarios que los ciudadanos dejan en la página web de XQNN conocen de sobra historias como éstas, y aún hay más que algunos hosteleros nos han hecho llegar por correo electrónico. No se trata sólo de camareros que sufren el humo en su lugar de trabajo, ante lo que un fumador podría (egoístamente) reprocharle su elección de trabajar ahí. Tampoco se trata de dueños de bares que han elegido libremente permitir el tabaco en sus locales. El verdadero drama en este asunto es que existen muchísimos casos de hosteleros que desean declarar su establecimiento libre de humo, pero son conscientes de que esta guerra la pierden los de siempre.

Nos han llegado testimonios de muchos propietarios de bares que reconocen que si todavía permiten fumar en sus locales es porque, de lo contrario, perderían una parte de su clientela habitual, pero no porque esos clientes se quedarían en casa o irían a dar un paseo fumándose un cigarro por la calle, sino porque lo más probable sería que eligieran tomarse su café en un bar que sí permitiera fumar. Esto crea una falsa ilusión que puede llevar a mentes simples a argumentar que así queda demostrada la mayoritaria elección de bares contaminados. Nada más lejos de la realidad. Creo que no es ningún secreto que cuando en un grupo conviven fumadores y no fumadores, a pesar de que los primeros sean minoría, rara vez son los no-fumadores los que se hacen valer.

Por eso, el verdadero problema no es que desaparezca la permisión de fumar, sino que ese permiso sea parcial o condicional, como ocurre ahora. ¿Por qué siguen los no-fumadores permitiendo que se les tache de intolerantes, cuando es precisamente su excesiva permisividad la que los ha tenido siempre arrodillados? A veces tengo la sensación de que cuando uno es cabal y razonable no hace otra cosa que exponerse al ridículo.

 

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