LA PUBLICIDAD, CAUSA DE CÁNCER EN MUJERES
Estudios recientes han relacionado el consumo de tabaco con un bajo nivel intelectual. El tabaco no reduce la inteligencia de las personas, pero las mentes más influibles son las que terminan mordiendo el anzuelo, y la publicidad de tabaco se ha valido de ello para lanzar sus cebos.
Tenían entre 50 y 65 años. A sus espaldas, toda una vida laboral. Y por delante, una sentencia de muerte llamada cáncer. El Jefe de Oncología del Hospital General de Alicante, Bartomeu Massuti, recuerda así a las 3.000 mujeres que murieron de cáncer de pulmón en 2008. Un aumento del 9% con respecto al año pasado. Y si Massuti tiene clara la imagen de la víctima, el nombre del verdugo es más evidente: "El consumo de tabaco de las mujeres en las décadas anteriores", afirma desde su despacho en el Hospital.
Así que es cuestión de remontarse al pasado. Los 60, los 70, los 80... Las mujeres luchaban por un ideal de igualdad con respecto a los hombres. Y los hombres en aquella época fumaban. Mucho. La publicidad se dio cuenta de esto y encontró un filón. "Intentaron -y consiguieron- asociar el cigarrillo a valores como libertad o igualdad", explica el portavoz del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, Rodrigo Córdoba.
Y no fue sólo la publicidad. También estaba el cine, y esas mujeres fuertes envueltas en una nube de tabaco. También estaban esas extranjeras que veraneaban en las costas (el único vínculo, durante mucho tiempo, con la realidad del mundo exterior para los españoles). Todas ellas liberadas, modernas, integradas. Y con el cigarrillo entre los labios (herencia de la publicidad tabacalera dirigida a las mujeres durante la Segunda Guerra Mundial). "Realmente no les estaban vendiendo cigarrillos. Realmente les estaban vendiendo toda una imagen de sí mismas que la mujer estaba dispuesta a comprar en esos momentos", recuerda Teresa Salvador, psicóloga y autora de infinidad del libros sobre el tabaco. La cortina de humo más literal del siglo XX.
Y la bandera del cigarrillo no se evaporó con el paso del tiempo. Las mujeres fueron ganando derechos, sí, pero ningún motivo para dejar de fumar. "Es más", sentencia Córdoba, "derechos como la incorporación laboral va a asociada a la disponibilidad de dinero para comprar tabaco".
Años 80 y 90. El tabaquismo causaba estragos entre la población masculina. La femenina, fumadora mucho más tardía, no mostraban aún síntoma alguno. Se extendió el mito de que la mujer eran inmunes. Seguían fumando impunemente, aunque, recuerda Salvador, "en realidad lo único que estábamos haciendo era comprar el derecho a morir como los hombres a costa de nuestra salud y nuestro dinero".
Una retrospectiva lo demuestra. En los 90 y principios del siglo XXI, se demostró que las mujeres podían ser incluso más susceptibles a los daños del tabaco. De media, tienen menos masa corporal. Su capacidad linfática es menor. Su capacidad para metabolizar los tóxicos del tabaco es diferente.
Pero el fumar es un acto cultural. Y la cultura está asentada. El 20% de las mujeres son hoy fumadoras. Entre las adolescentes, la cifra sube el 33%. Y las muertes por cáncer del pulmón, prevén los expertos, se doblarán de aquí a cinco años.