LOS MITOS DEL TABACO: "No se ha demostrado una relación causal entre respirar humo y enfermedades"
Cuando subimos el anterior fragmento de "50 mitos del tabaco", un internauta nos invitó a leer y tratar de rebatir un artículo* de Joe Jackson. Ni siquiera merece la pena estrujarse demasiado las neuronas para darle la vuelta a sus argumentos, porque basta con recurrir nuevamente a nuestro libro de cabecera.
En España se ha estimado que sólo por cáncer de pulmón hay unas 400 muertes anuales en personas que nunca han fumado activamente, pero que han trabajado con personas que sí lo hacían. La mayoría de los médicos de familia tiene ocasión de ver víctimas del tabaquismo pasivo a lo largo de su vida profesional. Los neumólogos que trabajan en servicios hospitalarios tienen cada año varios casos muy claros de víctimas del tabaquismo pasivo afectados de cáncer de pulmón o enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Por si a alguien le quedan dudas, veamos que dice la propia industria tabacalera sobre el particular. En 1970 una memoria interna de Gallagher Limited, tabaquera británica afincada también en Canarias, se comentaba los siguiente a propósito de estudios en perros que enfermaron por cáncer después de haber sido expuestos pasivamente al humo de tabaco: “El trabajo de Auerbach demuestra de manera fehaciente que fumar causa cáncer de pulmón” (1). Claro está que en público las compañías lo siguen negando a fecha de hoy, junto a sus grupos corporativos y su corte de columnistas bajo fachada de independientes.
La industria ha llegado a sobornar a ciertos científicos para poner en duda este extremo. Las profesoras Barnes y Vero, de la Universidad de Berkeley en California, estudiaron 106 revisiones científicas sobre el humo ambiental de tabaco y la salud. Encontraron que 67 de ellos concluían que el primero era cancerígeno y 39 que no. Al analizarlos, observaron que los autores de 29 de esos estudios tenían fuertes vínculos con la industria tabacalera, lo que supone un conflicto de intereses que comprometen sus conclusiones (2).
En la misma línea, un grupo de expertos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sidney decidió estudiar 484 textos, aparecidos en una publicación de la asociación International Society of the Built Environment entre 1992 y 2004. Tenían como objetivo examinar las relaciones de la industria con el editor y el personal de la revista de esta asociación. Los investigadores encontraron que de 66 documentos, 40 negaban el riesgo del humo de tabaco ambiental. En 36 de esos 40, al menos un autor tenía vínculos con las tabaqueras. Ellos mismos añaden que un 32% de estas investigaciones fueron financiadas directamente por el sector o por sus agentes. Además, en el 73% de los estudios por lo menos un autor mantenía relaciones económicas con las tabacaleras (3). Por lo visto hay científicos tan distraídos que no recuerdan ni dónde han dejado la ética.
Afortunadamente, la comunidad científica internacional dispone de diversos mecanismos para desenmascarar toda esta “ciencia bastarda” financiada por corporaciones sin escrúpulos. El número total de no fumadores que fallecen cada año en nuestro país por el humo ambiental de tabaco se sitúa entre los 1.228 y los 3.237 según un grupo de epidemiólogos españoles de varias CCAA (4) avalado también por informes recientes de diversas Sociedades Científicas Europeas. Muchas de estas víctimas lo son por exposición en el lugar de trabajo.
Por todo ello los gobiernos de muchas naciones democráticas están desarrollando medidas legislativas que se han demostrado eficaces para limitar la exposición involuntaria, la más importante de las cuales es la prohibición de fumar en las empresas públicas y privadas o en los lugares de ocio como cafeterías, discotecas, bares y restaurantes. De hecho, a partir de enero de 2008 más de 200 millones de europeos viven en países en los que prácticamente todos los espacios públicos son libres de humo.
El Parlamento Europeo ha pedido recientemente que todos los países prohíban fumar en todos los espacios públicos sin excepciones, ambigüedades ni medias tintas, incluidos, bares, restaurantes, cafeterías, bingos y discotecas (5). Estamos hablando de Irlanda, Italia, Noruega, Suecia, Reino Unido, Francia, al menos cuatro länders (estados federados) de Alemania, Islandia, Malta… Algunos de estos países permiten habilitar salas para fumar en el sector de hostelería, pero las exigencias técnicas son tan estrictas que en la práctica menos del 1 % de los establecimientos han optado por ellas.
Por ejemplo la reciente ley francesa dice que los bares y cafeterías pueden habilitar un máximo del 10% de la superficie del local para fumar, pero deberán estar totalmente compartimentadas con ventilación independiente, puerta automática y los fumadores no tendrán servicio de los camareros en esas zonas (6). Es la única manera de proteger a los trabajadores del sector de los efectos cancerígenos y tóxicos del humo del tabaco.
Todos estos países han tenido en cuenta también la salud laboral de los trabajadores del sector que en ocasiones suponen casi el 5% de la población laboral y tienen los mismos derechos que los demás y más especialmente teniendo en cuenta que el riesgo de cáncer de pulmón en estos profesionales (nos referimos a los no fumadores) es un 20% más elevado que en el de los demás trabajos.
Las medidas políticas de regulación del consumo de tabaco en espacios cerrados compartidos han demostrado ser salvavidas. El caso de una ciudad de Montana (EE.UU.) es revelador: en 2002 se prohibió el consumo de tabaco en lugares públicos y se compararon los ingresos hospitalarios por infarto de miocardio de la localidad con los ingresos provenientes de zonas. En sólo un periodo de 6 meses después de la entrada en vigor de la ley, los ingresos por infarto de miocardio disminuyeron en un 40% en la localidad con restricciones y siguieron aumentando en las otras zonas. Datos similares se han ido observando en Pueblo (Colorado-EE.UU.), Piamonte (Italia), Cork (Irlanda), Escocia y Barcelona. Estamos ante la prueba del nueve sobre la relación humo de tabaco-enfermedad.
El único obstáculo para que la población tome conciencia de esta situación son los manejos del sector tabaquero, dedicado desde hace años a la fabricación de dudas tanto como a la de tabaco. En una reunión celebrada en 1988, se informó de que la industria tabaquera del Reino Unido (Phillip Morris) planeaba invertir “grandes sumas de dinero” en debates científicos sobre los riesgos de la inhalación pasiva del humo de tabaco para la salud. Su propósito “era coordinar y pagar a científicos a escala internacional para mantener viva la controversia del humo de tabaco ambiental” (7).
Toda esta estrategia ha enturbiado y viciado la evidencia científica durante años y ha contribuido a mantener la confusión y el escepticismo en la mayoría de la sociedad (médicos incluidos) hasta hace pocos años. El doctor Salvador Bello advierte: “Habría que informar a los fumadores, entre otras cosas, de que sus parejas tienen un riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón que si vivieran con una persona que no fume, y que sus propios hijos pequeños tienen un 30% más de probabilidades de tener problemas de asma” (8).
Desde hace años, hay razones de peso –científicas y jurídicas– para haber puesto en marcha leyes para proteger a los no fumadores. Habida cuenta, pues, de los peligros que entraña inhalar el humo de tabaco y de que no se conoce un umbral seguro de exposición, se corresponde con el derecho a la vida y al disfrute del más alto nivel posible de salud, reconocido en numerosos organismos jurídicos internacionales. Entre ellos la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 3), el Convenio sobre los Derechos Humanos del Niño (art. 24), el Convenio sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (Art. 11) y el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, sociales y Culturales (art. 7). En España estos derechos están implícitos en algunos artículos de la Constitución como el 39, el 43 o el 51. Por contrario, el derecho a fumar en espacios públicos cerrados no aparece en ninguna carta fundamental.
1. Gallaher Limited. Auerbach/Hammond Beagle Experiment, memorandum from General manager,
research to managing Director, 3 April 1970 (Bates Nº 401247331).
2. Barnes et al. JAMA, 1998, 279: 1566-70.
3. http://www.elmundo.es/elmundosalud/2005/02/25/tabaco/1109346063.html
4. Lopez MJ et al. Mortality attributable to passive smoking in Spain, 2002. Tobacco Control, 2007;16:373-7.
5. http://www.nortecastilla.es/20070914/vida/parlamento-europeo-pide-paises-
20070914.html#search=’tabaquismo.
6. M. Sainz. Francia se protege del humo. EL MUNDO SALUD. 23-12-06. Consultar en:
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/11/28/tabaco/1164729279.html
7. Boyce S. Note on a special meeting of the UK industry on environmental tobacco smoke, London. 17
February 1988. BAT ( Bates nº 2500048956).
8. Entrevista concedida a los autores para esta obra.
*http://www.joejackson.com/pdf/5smokingpdf_jj_smoke_lies.pdf
Dr. CÓRDOBA, R. y SAMITIER, E., "50 Mitos del tabaco", Departamento de Salud y Consumo Gobierno de Aragón: 2009, pp. 25-27
Descargar libro (PDF): http://porquenosotrosno.org/web/documentacion/Libro_50_Mitos_Tabaco.pdf