¿Por qué nosotros no? Acción Ciudadana por la Salud y el cambio de la Ley Española de Tabaco

LOS MITOS DEL TABACO: "Los aditivos del tabaco son naturales"

22/04/2010 Dr. R. CÓRDOBA y E. SAMITIER

Más de cinco millones de personas en todo el mundo mueren anualmente por causas relacionadas con el tabaco. Aunque apenas un 1% de esas muertes son debidas a la adición de sustancias químicas al tabaco, ese porcentaje supone miles de víctimas.

Por esta razón, los aditivos del tabaco son un asunto de salud pública de primera magnitud por derecho propio. Unas 600-700 sustancias han sido aceptadas como aditivos, pero solo las compañías tabaqueras pueden desvelar cuáles aparecen en cada marca.

El tabaco es el único producto de venta legal no sujeto a la Ley de etiquetado. Por extraño que parezca, ni siquiera la Comisión Europea, que es responsable de la regulación de los productos del tabaco puede proporcionar esa información o tiene, en estos momentos, el poder de exigirla. Los aditivos se añaden al tabaco por las siguientes razones:

a) Para aumentar la porción de nicotina libre, ya que potencia el poder adictivo hace más difícil dejar de fumar. Se ha descubierto que el amoniaco desempeña este papel al incrementar la alcalinidad del humo.

b) Para mejorar el sabor del tabaco y hacer el producto más deseable. Se usan edulcorantes y chocolate para hacer más apetecible el sabor del tabaco a niños y primeros consumidores. Se añaden eugenol y mentol para enmascarar los efectos nocivos en al tracto respiratorio. Se añade cacao como broncodilatador con el objetivo de conseguir inhalaciones más profundas, de modo que mayor cantidad de nicotina (y alquitrán) alcance los alvéolos de los segmentos pulmonares más bajos.

c) Se usan aditivos para hacer el olor y visibilidad de la corriente secundaria menos molestos, enmascarando su naturaleza peligrosa y así lograr que los fumadores involuntarios tengan más difícil protegerse del humo de tabaco. En realidad, varios aditivos son tóxicos por sí mismos o combinados con otros, y durante el proceso de combustión se forman productos farmacológicamente activos o tóxicos.

Un documento de un científico, Sydney Green, de British American Tobacco (BAT) decía literalmente en un informe interno y secreto fechado en 1977 lo que sigue a continuación:

“Una posible vía de desarrollo podría ser utilizar compuestos (como la etorfina) que son 10.000 veces más efectivos como analgésicos que la morfina y muy adictivos. Es teóricamente posible añadir cantidades analíticamente indetectables a los cigarrillos para conseguir fidelidad a la marca. Se podría pensar en la posibilidad de que este proceso “ocurriera” de forma natural”.

La etorfina es conocida como la “droga elefante” entre los veterinarios dado que con una sola gota se puede matar un elefante. La etorfina ha sido usada de forma ilegal y en dosis muy bajas para aumentar el rendimiento de los caballos de carreras(1). Lo más estremecedor de este testimonio es que es imposible saber si la recomendación de Green fue o no tenida en cuenta en algún momento por la dirección de BAT. Pero la carrera de las tabaqueras por la cuota de mercado y la fidelización hacia sus marcas hace temer que para ellos, el fin justifica los medios.

Las sustancias añadidas para mantener la humedad del tabaco suponen un 5%-10% del peso de cada cigarrillo. Un buen ejemplo lo constituye el glicerol (que es transformado en acroleína y propileno, sustancias ciliotóxicas[58]). Se ha detectado óxido de propileno en el humo de tabaco tratado con propilenglicol. El aroma del tabaco es modificado mediante la adición de menta, madera, especias, frutas y esencias florales, pero también de sustancias sintéticas. También se sabe que los aditivos del tabaco contribuyen a reducir la percepción del humo ambiental de tabaco y a hacerlo más “tolerable”.

Algunos legisladores asumen, persuadidos por la industria del tabaco, que los aditivos ayudan a que los consumidores acepten más fácilmente los cigarrillos bajos en alquitrán y que por lo tanto se reduce el riesgo para la salud. Estos cigarrillos tienen el filtro perforado para diluir el aire inhalado. Sin embargo, los fumadores aprenden pronto a tapar estos agujeros con sus dedos para regular la dosis de nicotina o conseguir inhalaciones más profundas. Los cigarrillos modernos tienen un 10% de aditivos (calculados en relación al peso), principalmente en forma de azúcar, agentes aromáticos y humectantes. Contienen otros aditivos que modifican los efectos de la nicotina y hacen que el humo de la corriente principal (inhalado por el fumador) y el de la secundaria (evaporado de la colilla) parezca más agradable y menos dañino. En este contexto conviene recordar que el humo de la corriente secundaria contiene niveles más altos de sustancias tóxicas que la principal, por cuatro veces más monóxido de carbono (CO).

Es poco conocido que el Polonio-210 (Po-210) se ha detectado en los cigarrillos de consumo más habitual. Este producto radioactivo proviene de los fertilizantes fosfatados que se utilizan en las plantaciones de tabaco y que es absorbido por las raíces y acumulado en las hojas. Este tipo de fertilizantes con componentes radioactivos se ha usado desde los años 60 en los cultivos extensivos como el tabaco y la remolacha porque favorece grandes cosechas. El producto persiste en el proceso de secado e industrialización, por lo que termina en el tabaco del cigarrillo no importa la marca que sea.

El exespía ruso Alexander Livtinenko fue envenenado con este producto venenoso, radioactivo y cancerígeno. Este elemento tiene el n.º atómico 84 y una masa de 209. Suele presentarse en fase de metal sólido con aspecto similar al plomo. Un miligramo de Polonio emite mucha más radioactividad que 5 gramos de radio. Tiene una vida media de 138 días y estás considerado un fuerte emisor de radiación alfa. El Po-210 se ha localizado en los pulmones de los fumadores y se ha demostrado que puede causar cáncer de pulmón en animales de laboratorio expuestos a dosis equivalentes a una quinta parte de la exposición de un fumador medio a lo largo de la vida.

Un consumidor de 2 paquetes al día absorbe una radiación de. 1,300 milirem/año procedente del Po-210 frente a 200 milirem de la radiación natural del Radón. Esta dosis equivale a unas 350 radiografías/año, es decir, una por día. El tabaco posee, en consecuencia, una intensa radiactividad producida por los isótopos Po-210 y Plomo-210, que se encuentran en las hojas y en el humo. Es sorprendente que se genere tanta alarma social porque puede haber alguna contaminación radioactiva en los lugares transitados por los asesinos de Livtinenko, cuando en muchos casos un asesino potencial –el humo de tabaco– que incluye el Po-210 y otros miles de venenos, abunda en los domicilios y en los lugares públicos.

Sin embargo incluso sin aditivos cualquier producto vegetal cuyo consumo implique combustión produce invariablemente monóxido de carbono (muy tóxico para el sistema cardiovascular) y benzopirenos (cancerígenos). Para los que piensan que el tabaco de liar es más natural bastan dos ejemplos de dos marcas de tabaco comercializadas en Nueva Zelanda que llamaremos marcas A y B. La marca A de cigarrillos contenía un 0,2% de su peso en aditivos, en tabaco de liar un 22,5% y en tabaco de pipa un 33,4%. La marca B contenía un 0,4% en los cigarrillos, un 10,7% en el tabaco de liar y un 16,3% en el de pipa59.

Aunque los fumadores merecen mejor información acerca de los productos que consumen, no deberían olvidar que hasta sin añadidos, el tabaco seguiría siendo esencialmente un producto adictivo y cancerígeno. El daño que causa se debe a su propia naturaleza, ya que los aditivos representan el 1% del daño que provoca. Regular los aditivos de forma precisa y verificable, etiquetar las cajetillas, e informar al usuario es un imperativo aún no resuelto, pero por más regulaciones y controles de los aditivos, no cambiará gran cosa el panorama del fumador mientras no abandone el consumo de tabaco. El 99% del daño es atribuible a la picadura del tabaco antes de ser sometida al proceso industrial. Lo que sí es muy probable es que el tabaco contuviera menos aditivos sería posible una mayor libertad para dejar de fumar, algo que todos los fumadores desearían pero que la industria no parece dispuesta a atender.

1. King W et al. Tob Control 2003;12:107-8.

2. Los cilios son las microvellosidades que tienen los bronquios en su interior para defendernos de la contaminación ambiental. El tabaco destruye los cilios que son parte de nuestras defensas

Dr. CÓRDOBA, R. y SAMITIER, E., "50 Mitos del tabaco", Departamento de Salud y Consumo Gobierno de Aragón: 2009, pp. 25-27

Descargar libro (PDF): http://porquenosotrosno.org/web/documentacion/Libro_50_Mitos_Tabaco.pdf

 

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