La sociedad del miedo
El hipotálamo es una parte del cerebro situada en la intersección de una línea que une los dos orificios auditivos con otra que iría de la punta de la nariz al la nuca es decir en la base del cerebro. El hipotálamo es responsable, entre otras cosas, de la regulación de los impulsos y los instintos: es decir el hambre, la sed, la respuesta al dolor, los niveles de placer, satisfacción sexual, euforia, ira, agresividad y miedo... El miedo, del latín “metus” es una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Todas estas respuestas mediadas por hormonas no son muy diferentes a la de cualquier mascota que comparta nuestra vida. Sin embargo, el cerebro del “homo sapiens” es mucho más complejo y rico. El cortex prefrontal, es la parte del lóbulo frontal que se encuentra en la frente justo encima de los ojos. Gracias a el podemos pensar, reflexionar, utilizar los datos de la memoria y de la experiencia, pensar sobre el futuro, hacer planes y realizar acciones. Mantener un equilibro entre instintos y emociones por un lado y razón, sensatez, responsabilidad por otro es lo que nos distingue de los demás animales. En una sociedad consumista rica las necesidades naturales son limitadas y están cubiertas. Lo que prevalece entonces son las necesidades artificiales y facultativas que resultan ilimitadas. La gente consume bienes artificiales para sentirse mejor y situarse por encima de los demás. El problema es que los bienes se llegan a consumir de forma irracional por encima de las verdaderas posibilidades económicas. Por otra parte las relaciones se tornan más competitivas que amistosas y colaboracionistas. Hay un preocupante descenso de la comunicación interpersonal pese haber aumentado las posibilidades de comunicación virtual. Gran parte de la comunicación la ocupa la propaganda política y la comercial dejando escaso margen a la información veraz y el análisis sereno.
¿Quien induce el miedo en nuestra sociedad? Cualquiera que utilice su cortex prefrontal y observe la realidad de su entorno sospechará que detrás de esos miedos sociales se encuentre los políticos mas sensibles a grandes intereses, medios de comunicación cautivos, parte de la industria del entretenimiento que inunda el mercado de producciones sobre extraterrestres agresivos, amenazas ficticias, epidemias mortíferas, zombis, terroristas, asesinos en serie, etc. Los intereses especiales a menudo salpicados de corrupción, especulación y codicia sin límites son los más interesados en promover una sociedad asustadiza y miedosa, una sociedad acrítica y crédula, una sociedad adormecida sin espíritu critico, sometida a los dogmas, las consignas y el pensamiento único. El miedo justifica mantener elevado el gasto militar, la seguridad privada, más gastos en fármacos para epidemias y enfermedades reales o ficticias, no avanzar en leyes que protegen la salud pública, etc.. Apelar a los más bajos instintos hipotalámicos: consumismo compulsivo, xenofobia, adicciones a drogas como el tabaco, es propio de los más obscenos, irresponsables e insensatos intereses mercantiles. Necesitamos una nueva clase de políticos, empresarios y banqueros que pongan en valor la solidaridad y la responsabilidad social. Líderes que apelen a la razón, la sensatez, a las evidencias y los hechos por encima de la mentira y la manipulación.
Rodrigo Córdoba García